Los clústeres son agrupaciones de empresas, grupos de empresas e instituciones interrelacionadas, que trabajan sectorial y geográficamente en actividades estrechamente relacionadas y que pueden cooperar y beneficiarse del aprovechamiento de sinergias y de importantes economías externas.
Sus integrantes operan en un entorno caracterizado por un alto grado de competencia y cooperación, y con una masa crítica de empleados de elevada formación. Los clústeres pueden agrupar una amplia gama de industrias, de servicios e incluso de clientes.
- Un clúster no es un sector industrial, pero el modelo, y su afín, el distrito industrial, están cada vez más implantados en importantes sectores compuestos por industrias con sinergias palpables (automoción, minería, energía, tecnologías de la información, etc.), razón por la que es cada vez más frecuente comprobar, por ejemplo, que las industrias principales y las auxiliares comparten la gestión motivadas por la cercanía de sus intereses y de sus conocimientos.
- Un clúster no es un gremio comercial ni una agrupación de proveedores de servicios (turismo, negocios, transporte, logística), pero agrupa a empresas del sector servicios y a éstas con el del mundo industrial, puesto que su objetivo es aunar experiencias y conocimientos para eliminar la duplicidad de esfuerzos y mejorar de esta forma la productividad.
- Un clúster no es una organización de consumidores, pero si pueden pertenecer a él los principales clientes de la actividad productiva de la que se trate, a fin de convivir en armonía e influir en su entorno en los ámbitos nacional e internacional.
El propósito de un clúster, en resumen, es fusionar los intereses, los conocimientos, el saber hacer, la cultura empresarial y los estilos de todos sus integrantes para que todos y cada uno ganen productividad, competitividad, y el grupo presencia sectorial en la economía globalizada.
Las principales contribuciones de los Clústeres a la competitividad de las empresas se concretan en el impulso a la circulación y creación de conocimientos entre las entidades participantes; la mejora de la productividad, a través de una mayor especialización y complementariedad entre sus actividades; la promoción de la innovación, fundamentalmente a través de la investigación conjunta; y, por último, el incremento del poder de la negociación de las empresas, que reduce sensiblemente los costes de transacción.
En definitiva, un clúster, término popularizado por el economista Michael Porter en el año 1990, en su libro The Competitive Advantage of Nations (“Ventaja Competitiva de las Naciones”), tiene como objetivo principal identificar y apoyar los intereses y acciones colectivas horizontales.