La internacionalización se ha convertido en un proceso natural para los clústeres dada su capacidad de expandir sus horizontes, generar sinergias con otros actores globales y acceder a nuevos mercados y tecnologías. A través de la apertura internacional, los clústeres son capaces no solo de diversificar sus actividades, sino de también de fortalecer sus capacidades productivas, tecnológicas y de innovación, facilitando la incorporación de mejores prácticas y aumentando su competitividad a nivel global.
Esta dimensión externa les permite impulsar su crecimiento sostenido, permitiendo a las empresas miembro acceder a cadenas de valor internacionales, particularmente valiosas en sectores donde la competencia es global y la especialización es clave. Todo ello sin olvidarnos de cómo pueden ampliar la red de contactos y relaciones de los clústeres, facilitando la transferencia de conocimientos y experiencias entre diferentes regiones del mundo.
Un proceso capaz de fortalecer la resiliencia de los clústeres frente a las fluctuaciones de los mercados locales. Al diversificar sus fuentes de ingresos y establecer alianzas estratégicas en diferentes partes del mundo, pueden mitigar los efectos de crisis económicas regionales o la saturación de sus mercados locales. Algo especialmente relevante para los que están relacionados con sectores naturales o geográficamente condicionados, que deben enfrentar desafíos como el cambio climático o la sobreexplotación de recursos.
Finalmente, destacar que las alianzas internacionales proporcionan oportunidades de colaboración en proyectos de investigación, desarrollo, formación y capacitación, así como la creación de redes comerciales que fortalecen tanto a los clústeres como a las empresas y organizaciones que los integran. Procesos que favorecen la atracción de inversiones extranjeras, contribuyendo a la modernización de la infraestructura y el crecimiento del sector.
Factores especialmente importantes para aquellos clústeres cuya naturaleza está vinculada a la geografía y los espacios abiertos, donde la interconexión global es inherente.
El Clúster Marítimo Español y su apuesta por la internacionalización
En este aspecto, el Clúster Marítimo Español (CME) es un claro ejemplo de cómo la internacionalización puede fortalecer un sector tan dinámico y crucial como el marítimo. Al integrarse en redes internacionales como la Red Europea de Clústeres Marítimos (ENMC, por sus siglas en inglés), el CME ha logrado ampliar su alcance, establecer vínculos sólidos con otras entidades internacionales, y contribuir activamente al desarrollo de políticas y estrategias conjuntas en la economía marítima europea.
La pertenencia del Clúster Marítimo Español a la ENMC ha facilitado la participación en proyectos colaborativos europeos, donde el intercambio de conocimientos, recursos y experiencias ha potenciado el desarrollo tecnológico y la innovación. Esta red internacional ha sido fundamental para reforzar la posición del CME en el escenario global, permitiendo a sus miembros acceder a nuevos mercados y mejorar su competitividad a través de la cooperación internacional en áreas como la seguridad marítima, la protección del medio ambiente y la implementación de tecnologías verdes.
Además, el CME ha sido el impulsor del Clúster Azul, una iniciativa pionera en Hispanoamérica que promueve la llamada «economía azul» en toda la región centro y sur de América. Este proyecto, al que se han sumado otros clústeres y organizaciones americanas, busca la colaboración, intercambio de información, conocimiento, experiencias, comunicación, productos y servicios, entre las entidades del CME e Hispanoamérica para impulsar la cooperación, colaboración y comunicación. Dicha colaboración ha permitido transferir conocimientos y tecnologías, fomentando el desarrollo de capacidades en áreas como la acuicultura, la energía marina y la biotecnología marina, así como el fortalecimiento de las infraestructuras portuarias y logísticas, generando importantes beneficios para ambos lados del Atlántico. En el caso de España, ha permitido que las empresas y entidades del clúster accedan a nuevos mercados emergentes, donde el potencial de crecimiento en sectores marítimos es considerable. Por su parte, para los países hispanoamericanos, ha representado una oportunidad para avanzar en la adopción de tecnologías avanzadas y modelos de negocio más sostenibles, aprovechando la experiencia y el conocimiento de España en estos campos.