Faro de Vigo, 06 Feb. (Vigo).- Disipadas por fin las dudas sobre quién explotará la Autopista del Mar de Vigo, es hora ya de que la naviera, principal responsable de su gestión, el Puerto y todas las instituciones y agentes implicados se pongan manos a la obra para volcarse en la búsqueda de nuevos tráficos que permitan exprimir al máximo las enormes potencialidades y riquezas que puede generar esta arteria marítima.
La Autopista del Mar de Vigo, ni un minuto más que perder
Faro de Vigo, 06 Feb. (Vigo).- Disipadas por fin las dudas sobre quién explotará la Autopista del Mar de Vigo, es hora ya de que la naviera, principal responsable de su gestión, el Puerto y todas las instituciones y agentes implicados se pongan manos a la obra para volcarse en la búsqueda de nuevos tráficos que permitan exprimir al máximo las enormes potencialidades y riquezas que puede generar esta arteria marítima.
La renuncia de la adjudicataria, Acciona Trasmediterránea, y el traspaso de sus acciones a la Compañía Marítima Hispano Francesa (CMHF), concesionaria del transporte de vehículos de Citröen, ha venido a despejar una situación bloqueada de manera absurda, pues desde el primer momento era evidente que desligar la Autopista del Mar de los tráficos de Citröen constituía un sinsentido que abocaba el proyecto al fracaso. Por la sencilla razón de que los coches y mercancías de la factoría viguesa son cruciales para cumplir las exigencias que impone la UE para conceder los 30 millones de subvención: que la Autopista del Mar mueva 25.000 camiones el primer año, 100.000 el cuarto y 850.000 el décimo, además de mantener una frecuencia semanal de cuatro salidas. De manera que no solo se perdió un lustro en conseguir la concesión, sino que, una vez adjudicada, Trasmediterránea ha desperdiciado un año más.
Al traspaso de la concesión le resta aún la autorización de los gobiernos de España y Francia, cuestión que, lamentablemente, demorará aún más la entrada en servicio de la autopista. Pero al menos el proyecto está salvado. Eso sí, ha permitido a un puerto muy inferior al de Vigo, como es el de Gijón, contar con un tiempo precioso para intentar captar mercancías y hacerlo, además, en el mismo hinterland del vigués, es decir, el Noroeste peninsular. Resulta difícil entender tanta torpeza teniendo en cuenta que Vigo cuenta de facto con una Autopista del Mar desde hace 30 años, tiempo que lleva funcionando la ruta que une la terminal olívica y el puerto francés de Saint Nazaire para los movimientos de Citröen.
La razón de ser de las autopistas del mar es aliviar el transporte pesado por carretera, y de ahí su nombre. Descongestiona el tráfico rodado, reduce las emisiones contaminantes y, lo que es aún más importante, abarata los costes de las mercancías, es decir, las hace más competitivas. Esto último es muy relevante para Citröen. Casi justificaría por sí solo la Autopista del Mar. Porque, afortunadamente, la factoría podrá compensar, al menos en parte, la pérdida de competitividad que sufre año tras año por el continuo diferencial de inflación de España respecto a Europa, diferencial que repercute directamente en los costes salariales. No olvidemos que Citröen exporta el 85% de su producción, es decir, que debe competir fuera.
Lo cierto es que el puerto de Gijón no tiene ninguna posibilidad real de arrebatar a Vigo el liderazgo que ostenta en el tráfico de mercancías en el noroeste peninsular. El Musel mueve muchas menos toneladas que la dársena viguesa y, además, trasiega sobre todo sólidos, tales como mineral de hierro para la siderurgia de Avilés, carbón para las térmicas o acero elaborado en la factoría de Mital. En su inmensa mayoría pertenecen a lo que se conoce en el sector como tráficos cautivos. Pero está a una distancia sideral de Vigo tanto en el tráfico ro-ro, es decir, el que utiliza barcos con acceso rodado, como, sobre todo, en el de contenedores. Para comprender de forma cabal sus limitaciones y desventajas basta señalar que la carga ro-ro, una modalidad que en Vigo podría calificarse de ancestral, la estrenó en septiembre.
Por eso es comprensible la agresividad con que El Musel se ha lanzado a captar tráficos en todo el Noroeste peninsular, porque no los tiene. Como lo es que haya llegado incluso a una alianza con el puerto luso de Aveiro. En el cuadrante de Aveiro a Gijón hay un mercado potencial de 8.000 pequeñas y medianas empresas que mueven anualmente 12 millones de toneladas de mercancías, de las que casi la mitad son desplazadas aún por carretera. El puerto que las capte primero se llevará un buen bocado, sin duda. Pero no puede ser otro que Vigo, a pesar del tiempo perdido: la Autopista del Mar de Gijón funciona desde hace cuatro meses mientras que la de Vigo aún no tiene fecha. Porque está mejor situado para hacerlo, porque tiene experiencia en cómo llevarlo a cabo y porque la diferencia de tráficos entre una y otra dársena le obliga a ganar este pulso. Salvo que queramos regalárselo, claro está.
Es más, Vigo no puede conformarse con ese cuadrante imaginario que delimita la raya entre El Musel y Aveiro, pues ese territorio es suyo por naturaleza, sino que debe ser más ambicioso y buscar tráficos en la gigantesca terminal de Algeciras, puerta de entrada al norte de África. El crecimiento potencial del Magreb y el despliegue de la automoción gallega en esa zona son dos argumentos poderosos para hacerlo. Y buscarlos también en Francia, para garantizar los retornos y mejorar así la rentabilidad del servicio.
Y si no, que cada palo aguante su vela, nunca mejor dicho. Porque las responsabilidades están claras. Responsabilidad de Puertos del Estado es blindar jurídicamente la operación del traspaso de acciones, pues solo faltaría que encima surgiesen ahora problemas en ese terreno, y agilizar el visto bueno definitivo de Francia y España, aspecto en el que seguro que Citröen también puede echar una mano; del Puerto y, sobre todo, la concesionaria es la responsabilidad de batir esos mercados citados para, de la mano de las navieras, captar más tráficos.
El Puerto es la arteria vital de la economía, la industria, el comercio y el turismo no solo de Vigo, sino del sur de Galicia. Media comunidad vería frenado su desarrollo, anquilosado su crecimiento si se desaprovecha esta oportunidad. El Musel no tiene ninguna posibilidad de truncarla, a no ser que, por pura desidia, se le permita hacerlo. Y entonces las responsabilidades estarán muy claras.