Podríamos decir que el historiador Agustín Rodríguez González, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, es reincidente de optimismo. Después de un exitoso libro sobre las victorias navales españoles vuelve ahora con «Otras victorias por mar de los españoles» (Sekotia), con el fin de demostrar que el atávico derrotismo y el pesimismo ambiente son el peor homenaje que podemos rendir a una historia repleta de episodios dignos de nuestro orgullo. El libro se presenta el próximo día 27 de febrero. Pero sigue la estela del primero que publicó -de igual título: «Victorias por mar de los españoles»

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El historiador Agustín Rodríguez González publica «Otras victorias por mar de los españoles», el antídoto del pesimismo patrio

Solo la épica historia del «Glorioso», el buque que cumplió su misión a pesar de abrumadoras dificultades y varias batallas que ganó en condiciones de gran inferioridad, merece todo el recuerdo. Pero Agustín Rodríguez González ha encontrado una veta apasionante, la de los heroicos episodios que en cualquier otro país serían películas y monumentos, recuerdo vivo y emoción compartida.

En España no, aquí estamos reivindicando lo más evidente, como el caso de don Blas de Lezo, el hombre -el mediohombre- que infligió la mayor derrota naval de la historia a Gran Bretaña e impidió que Hispanoamérica estuviera hoy hablando en inglés al rechazar la invasión de Cartagena de Indias en franca inferioridad. La exposición del Museo Naval y el proyecto de Monumento en Madrid son un primer paso.

Pero no debemos quedarnos ahí. Siguiendo las apasionantes historias que nos regala Rodríguez González, deberíamos seguir recuperando, a través de sus magníficos libros, una historia que permanece en su mayor parte desconocida para los españoles.

-¿Somos los españoles tan olvidadizos que olvidamos la parte buena de la historia?

-Todos los olvidos son interesados: cierta izquierda para demostrar que todo está por hacer y que nunca se hizo nada hasta que no llegaron ellos, los nacionalismos extremos para intentar convencer a todos que no existe algo llamado España, y que si existió alguna vez fue enteramente para mal, y por supuesto, potencias que fueron rivales, que tienen una historia de competición y de luchas con nosotros y que quieren reescribir la historia en su provecho.

-¿Por qué cree que nos convence tanto la parte derrotista de nuestro pasado?

-Aparte de por el bombardeo mediático que he mencionado, por ese particular sentido de la autocrítica tan español: en vez de para intentar una mejora, los desastres sirven para afirmar que nada tiene remedio, que todo es inútil, y, por tanto, para justificar el seguir haciendo lo que más conviene a cada uno.

-¿Cómo definiría el caso que una historia tan llena de luces merece en la educación?

-Realmente triste: si todos los países analizaran su historia con el «espíritu crítico» que nosotros sería algo demoledor. Al contrario, todos asumen su papel en la historia mundial, embellecen su pasado o lo ocultan en lo posible cuando es demasiado duro de aceptar. Todos, como empresas, cuidan su «imagen corporativa» por los efectos positivos de toda índole que tiene una imagen positiva de su país respecto a sí mismo y al resto del mundo. Nosotros todavía nos estamos planteando la «Marca España», y con mucho retraso y bastante timidez.

-¿Por qué decidió un día fijarse e investigar y publicar la cara positiva de nuestra historia naval?

-Por estricto sentido de justicia en un principio, y porque es algo que apenas se ha tocado o se ha tocado muy mal o se asocia con afirmaciones retóricas de etapas no democráticas de nuestra historia, o una combinación de las tres cosas. Resulta realmente curioso que, a escala mundial y española, se rechace tajantemente como racismo el afirmar que determinados pueblos no han aportado gran cosa en Ciencia, Técnica, etc., pero se acepten mansamente esas descalificaciones si se refieren a los españoles.

-¿Cuáles son los falsos mitos de la Armada española que conviene revisar?

-La lista sería interminable, porque la Armada y los marinos forman parte muy importante de esa Historia de España que muchos quieren distorsionar, una nueva «Leyenda Negra» que enlaza y renueva la clásica: nuestros barcos eran defectuosos, nuestros descubrimientos más que discutibles, penosas nuestra cartografía y nuestra artillería, etc., y por supuesto, nuestros marinos siempre perdían en las luchas. Lo que no explican entonces es cómo fue posible que se creara el mayor imperio oceánico de la historia, el primero en puridad, y se mantuviera durante cuatro siglos, contra toda clase de enemigos, para perderse mucho más por el deseo de emancipación de sus habitantes que por la intervención de otras potencias.

-¿Todo lo malo es por culpa de Trafalgar y otros desastres?

-En absoluto: se han confundido los síntomas de la enfermedad con la enfermedad misma. Lo que falló fueron los gobiernos de Carlos IV, incapaces de crear una alternativa coherente de política exterior y de defensa ante los peligros de la Francia revolucionaria y de la expansión británica. La grave crisis posterior fue debida a la devastación de la invasión napoleónica, la división ideológica entre los españoles que llega a la violencia y la Emancipación. Portugal no sufrió ningún Trafalgar y sin embargo, tuvo una historia muy parecida a la nuestra en el siglo XIX, por esos otros «olvidados» factores.

-¿Cree que España fue mejor cuando le importó el mar?

-Es que España «es» el mar: como otros países marineros de toda la historia, buscó la riqueza fuera porque no la tenía dentro: fenicios y griegos, portugueses, ingleses, holandeses y japoneses, son ejemplos de pueblos que tomaron esa opción.

-¿Cree que vivimos de espaldas al mar y de espaldas a la historia naval?

-Por supuesto, no nos damos realmente cuenta de lo que supone en lo económico, el 90% del comercio exterior se realiza por mar y hasta mucho del interior, o que somos el segundo país del mundo en consumo de pescado y tantas otras cosas. Y en cuanto a la historia naval: todavía hoy hay mucha gente que no sabe que la bandera del estado es la bandera que dio a la Armada un rey como Carlos III, utilizando como base fundamental los colores rojo y amarillo de los viejos reinos españoles: Castilla, Aragón y Navarra. Si se desconoce hasta eso…

-¿Cuál es el hecho de armas que más le ha gustado relatarnos en este libro y por qué?

-Tal vez el del navío «Princesa» en 1740, que no sólo demostró la pericia y el valor de nuestros marinos, sino que probó que nuestro diseño y construcción naval era bastante mejor que el tan alabado británico, pues decidieron copiarlo. Y ni fue la primera vez ni fue la última.

-¿Ha descubierto algo que no sabía investigando para este libro?

-La visión general no ha cambiado, sino para acumular nuevas pruebas de que España tiene un pasado realmente glorioso en la mar, del que otros pueblos estarían enormemente orgullosos. Y es que los hechos son testarudos, por más que se los quiera ocultar o manipular.

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