Será una de las piezas estrella de una futura exposición, en 2014
LA RAZON, 21 Oct. (Madrid).- Estamos en el Museo Naval de Madrid, uno de esos lugares «secretos», o al menos no tan conocidos como los grandes imanes culturales de la capital, pero que deberían ser de visita obligada para turistas y oriundos. Sus salas están repletas de historia, recreada en llamativos modelos de navíos, fragatas y galeones, en mapas, armas y maquetas de arsenales. Pero uno de los modelos que más darán que hablar está, en estos momentos, en pleno proceso de creación. Será una de las piezas estrella de una futura exposición, en 2014, en la que colaborarán el Ministerio de Cultura y el Museo Naval. Sobre una mesa, en un taller anejo a las salas del museo, entre tablas, pedazos de madera, especificaciones técnicas y planos, descansa la que será la primera y muy especial reproducción de la fragata «Nuestra Señora de las Mercedes».
Los aficionados a la historia naval la conocen de sobra: el 5 de octubre de 1804, una flotilla inglesa hundió el buque español en aguas cercanas al Golfo de Cádiz sin mediar provocación ni aviso. España e Inglaterra estaban oficialmente en paz y aquella acción injustificada, que causó casi 250 muertes y hundió un importante cargamento que venía de América, supuso una declaración de guerra entre ambas naciones y el preludio a la batalla de Trafalgar, un año después. A los profanos en estos temas, quizá les suene el nombre por su actualidad mediática: fue el barco de cuyo pecio la compañía «cazatesoros» Odissey Marine Exploration extrajo un botín de miles de monedas de plata y oro que fue reclamado por España.
El cargamento de «La Mercedes», reproducido en miniatura como tantos otros detalles de la fragata, será la guinda de un «pastel» que aún no está presentable al público: los responsables del modelo andan aún colocando cuadernas –las «costillas» del barco– en el armazón. La estructura de maderas de pino, roble y cedro, parece un animal abierto en canal en cuyo vientre, con paciencia y dedicación, el ingeniero y el modelista van solventando problemas: encajar las cuadernas, lograr que cuadren los genoles y las varengas… A continuación, de aquí a final de año, cuando quieren tener terminado el modelo, colocarán la sobrequilla, los puntales, la tablación de cubierta y, más tarde, los pañoles de carga, en los que estaban los víveres, el lastre…
Paradójicamente, lo más difícil ya casi está hecho. El modelo en el que Fernández y Godoy trabajan, junto a un par de ayudantes, es una réplica con una particularidad: para su construcción, están siguiendo al pie de la letra el «Reglamento de maderas necesarias para la fábrica de los baxeles del Rey». Instaurado por Carlos III en 1784, el manual dictaba casi hasta cómo debía clavarse el último clavo de cada navío. «”La Mercedes”se construye en La Habana con madera de roble americano en 1788. Nosotros hemos aplicado igualmente el reglamento y muchas veces hemos tenido, lógicamente, problemas», explica Godoy, modelista del Museo Naval y un entusiasta de los barcos que lleva trabajando en la institución desde hace tres décadas largas. Muchos de los modelos que albergan las salas del museo llevan su firma o han sido restaurados por él. «Es un modelo distinto, no se ha hecho nunca… y ya era hora», añade sobre éste.
«La Mercedes» era «uno de los mejores barcos de la época», prosigue Fernández. Cada nuevo buque de una serie mejoraba al anterior en problemas que se revelaban una vez en el mar y que se corregían en los «hermanos» que le seguían. Con 44,5 metros de eslora y 11,5 de manga, y dotado con 34 cañones, fue construido según los esquemas de uno de los mejores ingenieros navales del XVIII, José Romero y Fernández de Landa.
Los «san ildefonsinos»
Posterior a Gaztañeta, a Jorge Juan –del que fue alumno y gran amigo– y a Gautier, Romero Landa escribió el «Reglamento» de 1784 después de que, tras varias acciones bélicas infructuosas contra naves inglesas, en 1782 una flotilla británica humillara a otra española, logrando escapar pese a su inferioridad, con el consiguiente escándalo en la corte madrileña. Pero sirvió de algo: «En esos años se construyen en los arsenales españoles los mejores barcos, no ya de España o de Europa, sin del mundo. “El Montañés” está considerado el mejor navío de 74 cañones del momento», cuenta Fernández. El primero en seguir el «Reglamento», en 1785, fue el «San Ildefonso», un barco que servirá a de modelo a los que le siguen, apodados «san ildefonsinos».
El primer reto al construir el modelo fue el proceso de investigación, para lo que Godoy y Fernández fatigaron archivos, sobre todo el del Viso. «”La Mercedes” tiene una tecnología de construcción típica de la época. El problema que hemos tenido que resolver era primero la documentación histórica y técnica», cuenta Fernández, profesor de la escuela de Ingeniería Naval de la Politécnica y colaborador del Instituto de Historia Naval. Los planos que utilizan pertenecen a naves «hermanas», no a «La Mercedes», puesto que no se conservan. «Es un barco que no difiere de otros, no tenía dificultad en ese sentido». Tal ha sido la fijación por la exactitud y el respeto a las reglas de la época, que a veces, reconoce Godoy, «nos hemos encontrado el problema de que estamos aplicando el reglamento a rajatabla y éste choca con el plano». Cuando esto ocurre, debaten, le dan vueltas al escollo y buscan una solución sin cesar. «No admitimos el error, todo tiene que ajustar con las medidas originales», recalca el modelista. En la reproducción, que vendrá a pesar unos 30 kilos cuando esté terminado, se ha empleado sobre todo roble americano de los Apalaches, casi el mismo del original.
La extraña escala elegida, 1:23,22, tiene su razón de ser: todas las medidas originales están expresadas en pies de Burgos y pulgadas, las unidades habituales en la época, ya que el sistema métrico decimal aún no se empleaba. Al aplicar esa proporción, una pulgada equivale a un milímetro, facilitando el trabajo. «La Mercedes» fue botada el 15 de noviembre de 1778 en La Habana. La idea ahora es llegar a tiempo para «botar» el modelo en la efeméride correspondiente.
Una exposición con dos sedes
Cuando Odissey Marine Exploration extrajo del mar el tesoro de «La Mercedes», un barco que pertenecía a la Armada española, comenzó una larga lucha judicial que finalmente ganó el Estado español. «El famoso y mal llamado tesoro», corrige Miguel Godoy, «porque eran caudales con nombre y apellidos». La devolución de las monedas, ya distribuidas entre Madrid y Cartagena, ha tenido mucho que ver con la creación de este modelo: la idea es que forme parte, en el pimer trimestre de 2014, de una gran exposición, organizada por el Ministerio de Cultura y el Museo Naval conjuntamente, que tendrá dos sedes, el propio Museo Naval y el Arqueológico Nacional. Se expondrá parte de lo recuperado, así como el modelo. «Se va a ver que es una fragata que ha sufrido una rotura, que tiene una carga y una historia que queremos destacar», explica Fernández de esta pieza «didáctica». El modelo, finalizado, estará descubierto en algunos puntos para ver su estructura interior, y en él se apreciarán los daños que sufrió en su parte posterior, cerca de la Santa Bárbara, que reventó por los cañonazos enemigos, y que lo llevó a pique. «El objetivo es que la gente vea cómo iba la fragata cuando la hundieron», subraya Fernández.