Las goletas «Sisargas», «La Graciosa», «Alegranza» y «Almansa» atracan en el muelle pixueto en una de sus escalas del viaje de verano de los alumnos de la escuela de La Graña (Ferrol)
LA NUEVA ESPAÑA, 01 Jul. (Santander).- Este fin de semana, fueron cuatro las naves que arribaron en la dársena del puerto nuevo: «Sisargas», «La Graciosa», «Alegranza» y «Almansa». LA NUEVA ESPAÑA ha visitado el interior de «La Graciosa» en compañía de su tripulación.
Las cuatro goletas zarparon de Ferrol el pasado día 26. Su intención es realizar un crucero de dieciocho días con destino a Santander, donde coincidirán con el buque escuela «Elcano». Tras fondear en la capital cántabra, las embarcaciones harán tres escalas en San Vicente de la Barquera, Tapia de Casariego y Viveiro. Finalmente, está previsto que el día 13 arriben en la estación naval de La Graña (Ferrol).
«Sisargas», «La Graciosa», «Alegranza» y «Almansa» efectuaron su primera escala en Cudillero este fin de semana. Las condiciones de navegación han sido poco favorables hasta el momento. «Ha sido duro como consecuencia del Nordeste, que sopló con rachas de hasta treinta y cinco nudos», señala Antonio Díaz-Pache Mackinlay, teniente de navío. A su llegada a aguas pixuetas, la tripulación de las goletas manifestó síntomas de cansancio por el esfuerzo acumulado. «Estaban hechos polvo. Casi todos habían embarcado en navíos de la Armada más grandes. No tiene nada que ver con esto», explica el teniente. Alguno de los aspirantes a suboficial llegó a decir que las naves «eran como batidoras».
Las embarcaciones permanecerán amarradas en el puerto pixueto hasta hoy. Mientras, los veinticinco alumnos y los diez mandos-profesores han aprovechado para disfrutar de las fiestas y para recargar pilas de cara a la siguiente etapa.
El objetivo de este crucero es instruir a los alumnos en la navegación a vela. A pesar de que las cuatro goletas disponen de los últimos avances tales como sistemas GPS o cartas náuticas electrónicas de última generación, la meta de esta experiencia es que todos sean capaces de llegar a buen puerto tal y como se hacía antaño: con muy pocos medios. «Queremos que naveguen a vela, identificando la costa», comenta el teniente de navío.
De todos modos, quizá uno de los aspectos más complicados de este tipo de cruceros sea la convivencia. Los alumnos y sus mandos se ven en la tesitura de trabajar codo con codo por el beneficio común y para que a bordo cada cual aporte su granito en todas las tareas. Sin ir más lejos, la tripulación de «La Graciosa» está compuesta por ocho tripulantes y tres mandos que se desenvuelven en un espacio donde se aprovecha hasta el último milímetro.
Las embarcaciones cuentan con las comodidades precisas para desarrollar el día a día. Los camarotes de los alumnos se localizan en la proa y en la popa. A parte, los mandos disponen de un espacio propio. Asimismo, cuentan con servicios, almacén, una cocina y un espacio común donde la tripulación se reúne. Estas embarcaciones llegaron a manos de la Armada tras ser decomisadas durante operaciones contra el narcotráfico. Se trata de goletas de dos palos cuya eslora suele rondar los veinte metros de longitud. Sus características técnicas varían ostensiblemente entre unas y otras. Por ejemplo, «Sisargas» es un velero de cuarenta y cuatro toneladas mientras que «Almansa» es de catorce toneladas.
En el crucero intervienen alumnos de las especialidades de administración, navegación y alojamiento. Se realiza durante el segundo curso de los tres que componen la carrera de suboficial.
«El primero se realiza en San Fernando, en Cádiz. Segundo y tercero, por su parte, se cursan en las diferentes escuelas de cada especialidad que posee la Armada», explica Díaz-Pache. Asimismo, durante el tercer curso, los alumnos embarcan durante un mes en distintos barcos de la Armada.
Por delante les quedan aún trece días de navegación pura y dura en los que los alumnos pondrán a prueba sus conocimientos en las aguas del Cantábrico. Buen mar.