La política de austeridad marcó la ceremonia de entrega de la F-105
LA VOZ DE GALICIA, 24 Oct. (Ferrol).- Al contrario de lo sucedido con las cuatro unidades que la precedieron, la ceremonia de ayer estuvo marcada por el hecho de que se desarrolló a puerta cerrada dentro del Arsenal Militar. Un acto estrictamente castrense presidido por el almirante del mencionado recinto, Manuel Garat Caramé, y al que ni siquiera se convocó a los medios de comunicación.
¿Cuál ha sido el motivo de esta situación? Los recortes presupuestarios de Defensa han obligado a la Armada a llevar la reducción de gastos a su máxima expresión. La política de austeridad que hace ya varios años está disminuyendo los días de mar de las unidades de la Marina con base en Ferrol se ha extendido ahora también a todo tipo de ceremonias.
La entrega de la F-105 tuvo muy poco que ver con la de la F-104, celebrada el 21 de marzo del 2006, cuando la crisis aún no hacía mella. Aquel acto estuvo presidido por el entonces ministro de Defensa, José Bono, y fue el más multitudinario de todos los que hubo en cuanto a autoridades e invitados.
Ceremonias al margen, la Armada tiene ya en sus manos la fragata más depurada de la serie F-100 y la última de su ciclo, ya que no se hará la sexta que se prometió en el 2004 por parte del Gobierno de Zapatero como contrapartida a una segunda reconversión del sector naval.
Incorpora, como sus predecesoras, el sistema de combate norteamericano Aegis, considerado el más avanzado del mundo. Fueron las primeras fragatas en Europa que instalaron este modelo que permite, mediante un radar tridimensional de gran alcance, localizar, seguir y reaccionar con suma rapidez ante blancos móviles.
El modelo del futuro
Pese a que la entrega de la quinta F-100 pone el broche al programa, Navantia y la Armada ya trabajan en la fragata del futuro. Debido a los dilatados plazos que se manejan en los programas navales militares, constructor y armador llevan más de un año colaborando en el desarrollo de los estudios de viabilidad para los destructores de última generación, que están llamados a reemplazar a las fragatas de la clase Santa María a mediados de la década del 2020.
Si bien en el arranque de las conversaciones se apuntó la posibilidad de que la fragata fuese trimarán, se ha desechado esa opción y en estos momentos se apuesta por una de monocasco -encima de la mesa están tres diseños de estructuras diferentes- y otras tantas opciones para la propulsión.
La fragata en estos momentos en estudio tendría unas capacidades intermedias entre los Buques de Acción Marítima (BAM) y la F-100. Inicialmente se había planteado que el navío fuese de menor tamaño que las actuales, con el fin de reducir costes de mantenimiento y operación. Navantia, en colaboración con Indra, está ya desarrollando tareas de I+D para la Armada española, con el fin de estudiar posibles alternativas de sensores y su posible ubicación en el navío.
Dadas las restricciones presupuestarias, la contratación de la futura generación de fragatas no se plantea por ahora como una prioridad, aunque ya que está desechada la alternativa de encargar una sexta F-100, el nuevo programa está llamado a ser el más potente de la siguiente década.