Pese a la incertidumbre ante el futuro del sector naval en Ferrol, tesoros hasta ahora ignorados o desconocidos incluso para nativos pasan a ser atractivos para la captación de turistas.
Las visitas incluyen recorridos en barco por la ría o el Arsenal
EL MUNDO, 31 Mar. (Ferrol).- Bajo el paraguas de
Y el pistoletazo de salida a este recorrido suena a la entrada de la ría. Lo estrecho de ese tramo, algo que la distingue de las demás de Galicia, hace de cada acceso de una embarcación de gran porte rumbo a puerto o astilleros todo un espectáculo.
La vista se detiene, a ambos lados, en las joyas que Ferrolterra luce en su aspiración por ser Patrimonio de
Recintos y paisajes que despertaban las envidias de otros países, ávidos por conquistar estas tierras. De ahí que los ingleses dijesen aquello de que si tuviesen una dársena como la ferrolana, la rodearían "con un muro de plata". Una sentencia de William Pitt, primer ministro en el siglo XVIII.
Ya en tierra firme, pero sin perder el olor a mar, sobresale un ejemplo de construcción mimada en cada uno de sus milímetros: el antiguo Cuartel de Instrucción de Marinería. Edificio neoclásico de 1752, sirve como residencia para la dotación de las fragatas F-100, 230 personas por unidad.
Su finalidad: dar imagen del liderazgo mundial de España. El edificio fue levantado para almacenar armamento, por lo que podría parecer un despilfarro semejante desembolso. Emprendido por Fernando VI y finalizado por Carlos III, este último, gran hacedor del despegue de la urbe, llegó a ironizar afirmando que, si tanto dinero se había gastado, tendría que divisarse desde Madrid.
Antes, hay que sobrepasar la línea de
Dependencias militares y astilleros comparten la flamante fachada marítima de aquel Ferrol que en el XVIII no era más que una pequeña villa pesquera de 1.000 habitantes. Erigido en torno a 1750 como relevo a los primeros astilleros de A Graña, el Arsenal cuenta con dos entradas de gran valía arquitectónica.
Unos astilleros florecientes requerían de un soporte adecuado al particular avance de aquellos tiempos. Inaugurado en 1879, con la varada de la fragata ‘Victoria’, el ingeniero militar Andrés Comerma diseñó el Dique de
De cantería, fue el mayor del mundo y la mejor obra hidráulica del XIX en Galicia. En sus trabajos, que se prolongaron durante cinco años, tomaron parte 1.200 obreros. Su coste, tres millones y medio de pesetas. 200 mujeres transportaron los
La construcción casi coincide en el tiempo con el aumento de extensión militar, privando a la urbe de su mejor flanco hacia la ría y asimilando parte de la primigenia alameda, la más antigua de la comunidad gallega.
Defensa rehabilitó las forjas y fundición del primer Arsenal y el penal de San Campio para abrir el Museo y de
Salas con siglos de historia de
Parada en el Cuartel de Dolores. Esconde la zona monumental de Fontelonga, único de los tres antiguos accesos a la ría en pie, ahora sin aguas que la bañen por la ampliación de astilleros y arsenales. En la propia Navantia terminó este miércoles la presentación de la ruta a turoperadores, con la asistencia del alcalde de Ferrol, José Manuel Rey Varela, y el presidente de
Si desde sus diques se lanzaron las mayores embarcaciones de sus respectivas épocas, persiste su prestigio con las modernas fragatas dotadas del sistema de combate Aegis –nombre del escudo del dios Zeus-, o el Buque de Proyección Estratégica ‘Juan Carlos I’.
También el pasado miércoles, se presentó la programación de
Ferrol ofrece turismo de naturaleza, cultural, gastronómico, religioso, deportivo, arquitectónico y lúdico. Tres son sus principales apuestas: las procesiones, el salón del caballo Equiocio y la nueva Ruta de