El avistamiento tuvo lugar a unas 5 millas de la costa y se realizó a bordo del buque pesquero en el que la observadora realizaba su trabajo.
La ballena pudo ser detectada cuando emergió hasta la superficie y comenzó a batir el mar con sus aletas y cola, un rasgo distintivo del comportamiento de esta especie.
“La sorpresa inicial dio paso enseguida al registro del mayor número posible de detalles”, explica Matxalen Pauly, la observadora responsable del avistamiento. “El cetáceo permaneció en la superficie unos minutos golpeando el mar insistentemente con su aleta caudal. En este tiempo también dejó ver su pequeña aleta dorsal (de morfología variable, en este caso con una sola escotadura) y parte de sus aletas pectorales, blancas”, relató la científica.
La rapidez con que fueron tomadas las imágenes fue clave para poder identificar la especie.
La ballena jorobada o yubarta, perteneciente al suborden de los misticetos o cetáceos con barba, es de las ballenas más grandes, ya que alcanza una longitud máxima de unos 16 m. Tiene una distribución global y está presente en todos los océanos del planeta. Sin embargo, en el Mediterráneo es accidental, de ahí la relevancia de la observación. Aunque tienen preferencia por aguas frías, como las lindantes con los polos, durante los inviernos polares buscan aguas más templadas en zonas subtropicales. Es en estas regiones donde se reproducen. Los ejemplares adultos pueden sobrepasar las 30 toneladas de peso y las crías al nacer pesan unos 600 kg.
En el Mar Mediterráneo se tiene constancia de muy pocos registros (apenas una veintena entre varamientos, capturas accidentales y observaciones), aunque en la última década parecen haber aumentado con respecto a años anteriores. Esto puede ser debido al aumento de la población de yubartas en el Atlántico Norte y/o un mayor número de observadores.
Según ACCOBAMS (Agreement on the Conservation of Cetaceans in the Black Sea Mediterranean Sea and Contigous Atlantic Area) en aguas españolas se han observado e identificado cuatro ejemplares, datando la última observación de abril de 2011 en las cercanías de Sagunto.