Pasados más de tres meses del origen del vertido, nadie, ninguna autoridad pública, cuya misión es defender el bien común, ha presentado denuncia alguna contra la empresa que, según todas las informaciones, incluida la confesión de Cepsa, ha causado el desastre. Sólo el grupo ecologista Septem Nostra presentó hace ya dos meses una denuncia ante la fiscalía.
Por lo demás, la dársena de poniente del puerto de Ceuta sigue operando con tan sólo dos tomas y el pasado día 3 , El Faro de Ceuta tenía a bien publicar una página dedicada a la contaminación de las aguas ceutíes con dos titulares que no necesitan mayor explicación: “Los vertidos de fuel afectan gravemente a las gaviotas, ya con manchas de petróleo”, y “Los trabajos de limpieza y recogida continúan en las playas de la ciudad más afectadas por el vertido”.
La pasividad (¿delictiva?) de las autoridades en este caso, sólo preocupadas de controlar y silenciar la información y de proclamar su preocupación y esfuerzo por borrar las consecuencias de “un poro” en una conducción (o/y de un “bidón” desfondado), contrasta vivamente con la histeria y la obsesión punitiva que les sobreviene cuando sospechan que la contaminación la ha producido el error de un buque. Enton ces detienen al capitán con una asombrosa celeridad y expanden a los cuatro vientos la noticia del daño y del culpable, aunque luego tal culpable resulte inocente.