La cuestión de la rentabilidad de la pesca es otro cantar. Ahí estuvo ácido Teixeira, que aseguró tener la sensación de vivir en una realidad paralela. Criticó que solo se atienda a las cifras macroeconómicas -que sí, dan positivo- y se descuiden los detalles, esos que evidencian que en Galicia, «la región más importante de Europa», el año pasado se destruyeron dos puestos de trabajo por día en la pesca. Y sus armadores ya no preguntan si podrán pescar, sino cuándo van a poder desguazar sus barcos.
Teixeira expuso que en 1995 había 18.000 buques en el censo de la flota y ahora no llegan a los 10.000; que en el 2004 había 280.000 marineros y este año están por debajo de los 21.000… «Cifras dramáticas a las que no se le ha puesto coto, ni se le está poniendo».
Pese a todo, el portavoz de Fremss está convencido de que puede haber futuro para la pesca. «Pero se necesitan cambios, cambios no para seguir destruyendo empresas, sino para garantizar la viabilidad económica y social de esta actividad que, por supuesto, tiene que ser compatible con la viabilidad biológica». A su juicio, Bruselas tiene que volver a asumir la defensa del pescador, esa que en un momento dado se puso totalmente de lado del pescado, llegando incluso a disfrazar de biológico un «concepto político como es el rendimiento máximo sostenible (RMS)», inaplicable en pesquerías mixtas.
«Así como hay una línea roja en lo biológico, tiene que haberla también en lo económico y lo social que no permita que se sigan destruyendo puestos de trabajo», concluyó Teixeira.