La imagen del coloso y de los ciclistas saliendo desde el interior a través de una puerta lateral dio la vuelta al mundo, todo un escaparate para mostrar la excelencia de España en la construcción naval de tecnología avanzada. La organización de la Vuelta vive empeñada en los últimos años en dotar de un sello especial a la ronda y, en esa constante búsqueda de innovación, Javier Guillén y su equipo alcanzaron ayer el culmen de la originalidad con una salida inédita, imposible de borrar de la memoria por su espectacularidad y porque difícilmente volverá a repetirse. No todo los días puede partir la serpiente multicolor desde un portaaviones.
Por una vez, la habitual pista de aterrizaje y despegue de aviones y helicópteros militares se transformó en el centro de operaciones de la Vuelta al que accedieron los ciclistas para formalizar el pertinente trámite del control de firmas y de paso, disfrutar de un momento irrepetible en la elevada explanada del buque.
Los integrantes del pelotón experimentaron una jugosa experiencia ante de empezar a pedalear en dirección a Arcos. Alucinaron con el buque y, ya en cubierta, después de estampar la firma en el libro de control, muchos de ellos no dudaron en subirse en un harrier, visitar el helicóptero estacionado al otro lado o hacer fotos de las excelentes vistas de la ciudad y la Bahía que se divisaban desde la altura del gigante de la Armada. Todo un deleite antes de la dura batalla sobre el asfalto.
El líder de la Vuelta antes del comienzo de la tercera etapa, Alejandro Valverde, captaba la atención de fotógrafos y público subido en el avión de combate, como otros muchos compañeros que tampoco dudaron en hacerlo antes y después de él. Hasta tuvieron que hacer cola. La imagen del murciano en el harrier quedaba inmortalizada, al igual que la irrupción de Alberto Contador en la cubierta, una llegada que levantó una enorme expectación entre el numeroso personal que había acudido al buque como invitado. Quedó de manifiesto quién es el corredor más mediático del panorama ciclista nacional.
Cuando el pinteño subió a firmar, emergieron decenas de cámaras de los teléfonos móviles para recoger el momento. El líder del equipo Tinkoff departió unos minutos con las autoridades en el escenario, entre los que estaban el almirante de la Flota, Santiago Bolíbar, el presidente de la Diputación, José Loaiza, la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez; y el director de la Vuelta, Javier Guillén.
Bolíbar se mostraba especialmente satisfecho de la participación de la Armada, “encantada de participar en este evento, de estar juntos en este hecho singular con Cádiz y su entorno, una unión que ya se prolonga durante cientos de años”.
Los ciclistas se interesaron por las características del buque y se mostraron cercanos con los aficionados, a los que atendieron con amabilidad sus peticiones de selfies.
Con la pista de despegue ya despejada, el foco se trasladó a la parte baja del buque, punto exacto de la salida neutralizada de la histórica etapa. Los corredores, montados en sus bicicletas, fueron accediendo al interior del barco y, una vez en la bodega, los sones del himno de España -interrumpidos de manera brusca- y el protocolario corte de la cinta dieron paso a inicio del recorrido justo a las 12:30 del mediodía, con algo de retraso sobre el horario previsto. El pelotón cruzó la puerta del puerto por la plaza de Sevilla y se perdió con rapidez por la Cuesta de las Calesas.
http://www.diariodecadiz.es/article/deportes/1842003/despegue/irrepetible.html