Una investigación realizada por científicos del Centro Oceanográfico de Baleares del Instituto Español de Oceanografía (IEO) ha concluido que los efectos de la pesca y el clima sobre las poblaciones de peces no son independientes y, por tanto, no pueden estudiarse por separado.
La investigación analiza la serie histórica de índices de abundancia
EUROPA PRESS, 16 May. (Palma).- La investigación, en la que ha colaborado la Universidad de Oslo y el Instituto de Ciencias Marinas de Leibniz (IFM-GEOMAR), apunta que el impacto de la pesca amplifica la sensibilidad de las poblaciones explotadas a las variaciones del clima.
Así, el estudio, publicado recientemente en la revista ‘Mariine Ecology Progress Series’, demuestra que los efectos de la pesca y el clima sobre las poblaciones de peces del Mediterráneo actúan de forma sinérgica y no pueden separarse. Además el efecto de la variación del clima sobre las poblaciones de peces del Mediterráneo depende de su estructura demográfica, pudiendo la pesca incrementar su sensibilidad ante estas variaciones.
La investigación analiza la serie histórica de índices de abundancia (capturas por unidad de esfuerzo pesquero) de la población de merluza (Merluccius merluccius) de las islas Baleares desde 1940. Esta serie de datos, una de las más largas del Mediterráneo, contiene información periódica sobre las capturas y el esfuerzo pesquero, recopilada en diferentes proyectos de investigación desarrollados en el Centro Oceanográfico de Baleares con la colaboración del sector pesquero.
Los datos, que se caracterizan por un marcado patrón oscilatorio, se han analizado usando de forma conjunta variables hidro-climáticas de la zona balear y los resultados se contrastaron con simulaciones de la dinámica de la población.
Estos resultados muestran que las oscilaciones en la abundancia de la merluza en Baleares eran "totalmente independientes de las variables medioambientales cuando la población no se encontraba sobreexplotada".
De acuerdo a este estudio, a medida que la explotación pesquera ha ido erosionando la estructura demográfica, al eliminar los individuos de mayor talla y edad, la población se ha ido sustentando progresivamente en los individuos más jóvenes, proceso conocido como truncado demográfico. En esta situación, la población depende en mayor medida de la incorporación anual de juveniles procedentes de la puesta, lo que se conoce como reclutamiento, un proceso muy sensible a las variaciones del clima.
Los investigadores concluyen que esto ha supuesto la pérdida de la capacidad natural de la población de depender de su propia dinámica, incrementando su sensibilidad a los cambios ambientales.
Igualmente, han averiguado por qué los cambios extremos en las condiciones hidroclimáticas en el Mediterráneo occidental, acontecidos a principios de los años ochenta, causaron un descenso tan brusco de la población de merluza en las islas Baleares.
En ese sentido, consideran que la "intensa" explotación pesquera a la que estuvo sometida la especie, dio lugar a una población sustentada en individuos juveniles y jóvenes reproductores, una estructura demográfica muy sensible a las variaciones del clima.
Mientras que en las poblaciones con una estructura demográfica sana se puede predecir su evolución con relativa facilidad, en las poblaciones con una estructura demográfica deteriorada por la explotación pesquera se complica su gestión, debido a su alta dependencia respecto a la imprevisible variabilidad medioambiental