Desde que empezó la crisis, pocos sectores productivos han resistido un vendaval que siega empleos sin respiro. El naval gallego no es una excepción. Si bien la estructura del mercado -en que cada contrato se negocia con mucha antelación y se ejecuta a lo largo de varios meses- ha retrasado el choque tras el estallido de 2008, tres años después la mayoría de astilleros no acaban de concretar los encargos. Quienes más se resienten son las industrias auxiliares, con 200 compañías desparecidas en el último año y medio y la subsiguiente pérdida de en torno a 7.000 empleos solo en el área de Vigo, según CIG. Aunque el ánimo de empresarios y asociaciones representativas varía según a quién se le consulte, la mayoría coincide en que si mediado el año próximo no se cierran nuevos pedidos, el sector estará en peligro.
El sector asume que estará en peligro si en un año no hay nuevos encargos
EL PAIS, 04 Abr. (Pontevedra).- De los 8.000 empleos que se han perdido en el sector metalúrgico en Galicia en los últimos dos años, sobre 5.500 lo han sido en el naval en los últimos 12 meses, según indica Enrique Mallón, secretario general de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Galicia (Asime), con 287 empresas afiliadas que se dedican a la construcción y reparación de buques, entre astilleros e industria auxiliar. "Se unen dos factores terribles. Uno es la crisis mundial a nivel internacional, que provocó una caída de tráficos marítimos muy importante", explica. "El otro es la gran dificultad de acceso a la financiación de los astilleros. Desde Asime pedimos que las entidades financieras que otrora se han lucrado y beneficiado de esos grandes pedidos por nuestros astilleros, en este momento de dificultad apuesten por ellos". Mallón explica que los contactos entre armadores y astilleros existen, pero que no acaban de cristalizar en parte por una falta de apoyo financiero claro.
Alude a los años anteriores a la crisis, una época de vacas gordas sin precedentes de la que todavía vive el sector hoy en día. "A partir del último trimestre de 2008 la contratación disminuyó de manera drástica y la cartera no se ha renovado", indica en ese sentido Tomás Casquero, gerente de la Asociación Clúster del Naval Gallego (Aclunaga), a la que pertenecen los astilleros privados y buena parte de la industria auxiliar. Los encargos mundiales de barcos pasaron de unos 15.000 en el segundo cuatrimestre de 2008 a menos de 2.000 en el tercero, según los datos de Lloyd’s Register que maneja la Comunidad de Asociaciones europeas de astilleros (Cesa), y el repunte se hace esperar.
Casquero asegura no obstante que el tipo de barco en el que están especializados los astilleros gallegos, como los buques offshore y los ferry sí tienen demanda entre las navieras. "Hay muchas probabilidades de contratar y de que se regularice la situación", anticipa.
Entretanto, la industria auxiliar aguarda entre la esperanza y la impaciencia. Rafael Outeiral, gerente de Nodosa y portavoz de los acreedores de Factoría Naval de Marín -astillero que tras una crisis acusada en 2010 empieza a levantar cabeza- señala que ya se tocó fondo. "Esto tiene que empezar a repuntar, pero todavía no se ven visos, los contratos no se acaban de concretar". Para evitar poner en peligro la viabilidad de la industria auxiliar, que soporta la mayor parte de la mano de obra productiva, "hay que cerrar pedidos como sea", confiesa. Y espera que los grandes como Barreras, Metalships, Freire y Vulcano -esta última en proceso concursal- desencallen definitivamente y tiren del sector.
Outeiral admite, por otra parte, que la dependencia en ocasiones casi exclusiva que tiene la industria auxiliar de la construcción naval ha agravado la situación. "Hay que mentalizarse de que no se puede depender de una sola empresa. Quizás haya que invertir en formación, innovación o sistemas para poder dedicarse también al sector del automóvil o el aeronáutico", reflexiona, al tiempo que elogia el trabajo de Asime en la búsqueda de alternativas de formación y de fórmulas para protegerse de los impagos.
Precisamente de su versatilidad se jacta el director de Industrias Ferri, Patricio Fernández. "Somos una empresa atípica porque exportamos la mitad de la facturación y no dependemos completamente del naval", aduce, pero avisa. "Nosotros nos vamos escabullendo de la crisis, pero para los que dependen claramente de los españoles la debacle es absoluta". Así lo ve también Rosalino López, de Pipeworks, que augura un futuro negro si las cosas no cambian pronto. "La industria auxiliar corre el riesgo de desaparecer por la falta de carga de trabajo, y no hay expectativas a corto y medio plazo", vaticina, y añade: "Este año puede que se firme algún contrato, pero no generará empleo en 2011 y cuando empiece a hacerlo muchas podrán quedarse por el camino por falta de resistencia económica". De los ERE temporales, a los que varias compañías han recurrido para soportar el periodo de inactividad, señala que son "un peligro de muerte" para las empresas que los suscribieron.
El responsable de Metal de CIG en Marín, Marcos Conde, señala que en su área se han perdido en torno a 2.000 empleos, entre directos e indirectos en los últimos dos años. "Desde entonces venimos avisando de que el problema no eran solo las dificultades de Factoría Naval, sino que a la larga no se preveía que se hiciesen más encargos". Como todos los demás, entiende que la situación solo tiene un arreglo posible. "Todo depende de los contratos", resume.