Confinados. Así se sienten los grandes cerqueros congeladores que faenan en aguas del Índico ante el repunte de la piratería en esas aguas. «Hasta junio no hemos podido salir del canal de Mozambique», explica el representante de una de las patronales en las que se organizan los 18 atuneros españoles desplazados en la costa este africana. Solo en el último año y medio, los piratas somalíes han atacado a más de 210 barcos en las proximidades del golfo de Adén, una de las principales vías de comunicación marítima del mundo por su proximidad al canal de Suez, informa La Voz de Galicia.
El preocupante incremento de los abordajes llevaron a final del 2008 a la UE a organizar una operación militar (Atalanta) encargada de proteger a los pesqueros y mercantes que transitan esas aguas. Un objetivo que, a ojos de los pesqueros, no se ha conseguido. «Han conseguido el efecto contrario. Los atuneros llevan años sin faenar en el golfo de Adén por la piratería, pero con esta presión militar lo que han conseguido es desplazar a los piratas hacia el sur, donde faenamos», y estos han llegado a trasladarse hasta la costa de las Seychelles para esquivar el control militar europeo. | Atunero Playa de Bakio (Asociación Nacional de Buques Atuneros Congeladores/ EFE). |
Esa sensación de desprotección se traduce, aseguran las patronales atuneras, en una merma muy pronunciada de las capturas. Obligados a recluirse en el canal de Mo-zambique durante meses, los atuneros estiman que acabarán el año con un volumen de descargas «de como mucho 4.000 toneladas, frente a las 8.000 que eran habitua-les hasta ahora». Verán cómo los piratas recortan a la mitad su facturación, poniendo en peligro la viabilidad económica de la actividad pesquera en esas aguas.
Monzones
Tan rara es la situación en el Índico que hasta el mal tiempo, enemigo tradicional de los barcos de pesca, se ha convertido este verano en su mejor aliado. Los atuneros han aprovechado la época de monzones para lanzarse a mar abierto y explotar los ca-laderos mientras los piratas, que utilizan unas embarcaciones muy frágiles para sus abordajes («casi como pateras»), deben permanecer en puerto para no arriesgar sus vidas en los asaltos.
«Por eso han saltado tan pocas noticias este verano. El problema viene ahora, porque la temporada de monzones está acabando y en septiembre veremos otra vez cómo se incrementan los ataques», apuntan desde una de las patronales atuneras.
España cede el mando
La única noticia positiva para los pesqueros es que el fin del mando de España en la operación Atalanta dará más libertad a los medios navales españoles para velar por la seguridad de los buques de pabellón nacional. | Fragata Blas de Lezo. |
Las tropas españolas que forman parte de la operación Atalanta, la misión aeronaval europea que lucha contra la piratería en Somalia, arrestaron a 52 piratas y colaboraron en la detención de otros 20 durante los cuatro meses en los que han diri-gido la estrategia militar. De abril a junio, la Armada lidió con un repunte de los ataques de los piratas, pero, desde julio, los asaltos disminuyeron de forma radical, informa La Voz de Galicia.
El fin del mandato español, que cede la batuta a Holanda, coincide con la segunda rotación de los militares desplazados al golfo de Adén, en el océano Índico. El pasado lunes, la fragata Canarias, con 210 soldados a bordo, partió de la base naval de Rota (Cádiz) con destino a Yibuti, base de operaciones de la misión europea. Sustituirá a la Numancia y al petrolero Marqués de la Ensenada, que desde abril ha dado apoyo logístico a los navíos comunitarios.
Solo permanecerá en aguas somalíes el avión P-3 Orión de patrulla marítima, que da cobertura a la flota pesquera española. Con base en Yibuti, dos veces al mes viaja al puerto keniano de Mombasa para contactar con la veintena de atuneros que faenan en esas aguas. Esta actividad no estaba inicialmente prevista en la misión aeronaval. Sin embargo, dada la presencia de intereses españoles en la zona, la ministra Carme Chacón negoció en abril ampliar el campo de acción de la operación Atalanta a la protección de los pesqueros pese a que, en un principio solo estaba destinada a los buques del programa mundial de alimentos y a los mercantes que circulan por el golfo de Adén.